Felicidad

Y es, justo en ese momento, cuando te das cuenta que la felicidad está hecha de momentos locos e incoherentes que destruyen el peso demoledor de la vida y la vuelven liviana como la más pequeña de las plumas. La felicidad tiene el olor que deja una nube llorona tras haber disfrutado de un paquete de suspiros. La felicidad está coloreada de imperfecciones grises y de una sublime y tímida espontaneidad que surge de lo más absurdo. La felicidad está en el brillo que se nos asoma en la mirada cuando nos dejamos llevar y poco nos importa el mundo, está en la sonrisa de oreja a oreja que se nos dibuja al retozar como niños pequeños por la calle, que en ese momento, es la más hermosa del mundo; porque lo verdaderamente bello es imperceptible sin los ojos del amor. La felicidad es como un eco que se dispara en forma de recuerdos al pasar por esos sitios donde te has sentido tan lleno, tan poderoso que has tenido la sensación de que es posible conquistar el mundo por un cuarto de segundo. La felicidad está en los amigos de verdad, que cuando se juntan ocurre un proceso mágico y todo empieza a ser desde ese momento posible, incluso convertir rositas de maíz en potentes meteoritos, a los que se les puede dar cualquier dirección y efecto, y el más simple banco de un parque oscuro en el más grande y magistral escenario donde simplemente cantar, bailar, volar en fin ser uno mismo y cualquier cosa que en ese momento se desee ser. La felicidad son poquitos de arena que le robamos al reloj, y se nutre de serendipias traviesas que vienen y van a su antojo y de saber elegir a quien querer y con quien vale la pena transformar.

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